Un poco de historia


La palabra cosmética procede del griego kosmetés (que pone en orden, que adorna).

De manera general se aplica a todas las preparaciones y elementos de uso externo para acondicionar y embellecer el cuerpo, limpiando, coloreando, suavizando o protegiendo la piel, el pelo, las uñas o los labios.
La preocupación por la belleza es el resultado de la necesidad humana de ver, oler y tocar lo que nos rodea como forma de acentuar el ser. Por tanto, se puede decir que la cosmética ha existido siempre relacionada con los aspectos culturales y religiosos de la persona.

La pesar de la creencia general de que los cosméticos, como ahora se conocen, proceden del Lejano Oriente, el estudio de las culturas primitivas indica su empleo en todas las partes del
mundo. Las pinturas de tipo simbólico o mágico de las culturas indígenas, los tatuajes y las escarificaciones (incisiones superficiales en la piel) practicados por muchos pueblos (por ejemplo, los maoríes de Nueva Zelanda y numerosas culturas africanas), y el uso de tinturas para decorar el cuerpo son todas formas de cosmética empleadas tanto para la intimidación psicológica del enemigo como para servir de adorno.

La mujer prehistórica se aplicaba colores rojos en la cara, algo que siguen realizando muchas culturas primitivas en la actualidad. Las sociedades asiáticas: indios, asirios, babilonios...,quemaban materiales aromáticos en los templos públicos y en los hogares, sembrando las primeras semillas de lo que más tarde serían los perfumes. Pero es el antiguo Egipto el que puede ser considerado la cuna de la ciencia cosmética. Los primeros cosméticos conocidos provienen de la primera Dinastía de Egipto ( 3100-2907 a.C.) en las tumbas se ha encontrado jarrones con ungüentos que parecían estar perfumados según muestran los hallazgos realizados después.

Tanto los hombres como las mujeres egipcias emplearon con gran profusión estos preparados, utilizaban pigmentos rojos en labios y mejillas, perfilaban sus cejas con antimonio, coloreaban sus ojos con malaquita pulverizada y sus cabellos con henna e índigo. así como aceites perfumados para mantener su piel flexible y tersa en el seco clima de su país. Las mujeres egipcias descubrieron asimismo el arte de decorarse los ojos aplicando un color verde oscuro en el párpado inferior y oscureciendo las pestañas y el párpado superior con kohl, un preparado de antimonio u hollín. Parece probable que los judíos adoptaran la utilización de los cosméticos de los egipcios, ya que el Antiguo Testamento hace referencia a las pinturas para la cara y, entre los griegos, Hipócrates, padre de la medicina, produjo grandes cantidades de fórmulas cosméticas, con las que las mujeres pretendían emular la belleza de Afrodita.

A mediados del siglo I a.C. los romanos utilizaron mucho cosméticos como el kohl para oscurecer las pestañas y los párpados, la tiza (o gis) para blanquear la cara, el colorete, los depilatorios y la piedra pómez para limpiar los dientes. En Roma, la cosmética se consideraba un componente de la medicina y Galeno se hizo famoso por su fórmula contra la piel seca y las arrugas, compuesta de cera de abeja, aceite de oliva y agua de rosas.La cosmética tuvo momentos bajos después de las invasiones de los pueblos bárbaros, que no valoraban la belleza en absoluto y posteriormente, en la Edad Media, con la irrupción del cristianismo, que condenaba la vanidad que suponía cualquier producto de belleza. Los cruzados observaron el gran uso que de los cosméticos se hacía en Oriente Próximo, y fueron ellos quienes lo propagaron en Europa.

A partir del Renacimiento, cuando el hombre se liberó de la influencia clerical y adquirió criterios propios, empezó de nuevo a estimar la apariencia exterior y la cosmética tuvo un importante crecimiento. La vida elegante fue la razón de ser en los siglos XVII y XVIII, especialmente durante el reinado de Luis XIV en Francia. La cosmética llegó incluso a sustituir a la higiene y se utilizaba para esconder malos olores y suciedad. Con el Siglo de las Luces, las investigaciones en el campo de la química fueron altamente beneficiosas para la ciencia cosmética, ya que se empezaron a producir sustancias difíciles de conseguir hasta entonces. El empleo casi universal de los cosméticos en los tiempos modernos ha crecido junto con el estudio científico de los ingredientes empleados. Esta investigación, que fue iniciada en el siglo XIX por los franceses, condujo al desarrollo de más y mejores productos a menor precio.

Ya en nuestro siglo, el uso de cosméticos volvió a ponerse de moda a partir de la I Guerra Mundial, aunque no fue hasta los años treinta y cuarenta cuando su uso se masificó, con la creación de las grandes empresas y la importancia del aspecto externo de la persona. La liberación de la mujer, su introducción paulatina en el mundo laboral, y las modas del vestir y del peinado, que de década en década han ido mostrando piernas, escotes y nucas, han hecho de la cosmética una auténtica necesidad y un próspero negocio. A partir de la década de los setenta, también los hombres entraron a formar
parte de este culto a la belleza.

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